Dinamarca para principiantes

No es, ni mucho menos, uno de los países más grandes del mundo. De hecho, su extensión es similar a la de Extremadura y su población solamente la colocaría como la cuarta comunidad autónoma más habitada de España. Sin embargo, su popularidad actualmente no es para nada proporcional a su tamaño (lo mismo que sucede con la Sirenita).

En los últimos años, Dinamarca ha estado mucho más presente en nuestras vidas que en aquellos tiempos en los que nuestra única referencia sobre este país eran las latas de galletas llenas de materiales de costura. Este pequeño reducto a las puertas de Escandinavia está en boca de todos por cosas tan diversas como su economía, sus diseñadores de vanguardia, su estilo de vida o sus innovadores restaurantes. Los políticos no paran de alabar a Dinamarca y ponerla como ejemplo a seguir, las revistas de moda nos hablan de las excelencias del estilo minimalista danés y los periódicos nos recuerdan cada poco tiempo las bondades del “hygge”. Pero, ¿es todo tan bonito como lo pintan? ¿Estamos tardando en hacer la maleta y mudarnos todos a tierras vikingas?

Después de más de cinco años viviendo en este país y tras haber vivido también en Inglaterra, Francia e Italia, me lanzo a compartir con este artículo, no solo algunas curiosidades, sino también información útil y datos de mi propia experiencia que pueden resultar útiles tanto para aquellos que sientan cierta curiosidad por Dinamarca, como para quienes se estén planteando mudarse a este país por un período de tiempo más prolongado.

El país más feliz del mundo (a veces)

Cada año (aunque en ocasiones parece que sea cada mes) los periódicos nos acribillan con noticias sobre cuáles son los países más felices del mundo. La primera vez que lees el titular piensas: ¿yo aquí sin saber qué hacer para ser feliz, o sin saber siquiera qué es exactamente ser feliz, y esta gente tiene un aparatito para medir la felicidad? Así que, como un loco descerebrado, muerdes el anzuelo del clickbait y entras en el artículo. Por desgracia, el secreto de la felicidad no se encuentra ahí.

Cuando sale el sol, los daneses salen a la calle en avalancha

Generalmente, estos artículos hablan de la lista que publica la ONU de forma periódica, si bien esta no es la única institución que elabora clasificaciones de este tipo. En ella, los principales factores que se tienen en cuenta son la esperanza de vida saludable, el nivel de corrupción, la percepción de libertad y el PIB del país (efectivamente, cosas en las que seguramente no te paras a pensar si alguien te pregunta si eres feliz).

Desde la primera publicación, Dinamarca ha ocupado el primer lugar tres veces y nunca ha bajado de la tercera posición. Una economía estable, niveles bajos de corrupción y un sistema de bienestar social fuerte sustentado por unos impuestos altos hacen que este país acostumbre a sacar una nota alta en estos rankings, al igual que sucede con el resto de sus vecinos nórdicos, que comparten políticas similares.

Estas clasificaciones, unidas a una larga ristra de estereotipos, han generado un interesante debate entre los que opinan que los países escandinavos son el paraíso terrenal y aquellos que señalan que no todo es de color de rosa.

Desde mi punto de vista, el mayor error de estas clasificaciones no subyace en el hecho de que los países escandinavos tengan puntos negativos que de algún modo se obvian en estos estudios, sino en el hecho de por su título se nos condicione a pensar que los parámetros que se tienen en cuenta para realizarlos son aquellos que definen la felicidad.

Como veremos más adelante, Dinamarca tiene una estructura social que, para muchos, será envidiable e incluso un ejemplo a seguir, pero esto no implica que todos puedan adaptarse a ella ni se sientan más realizados por ello. Quizá todas estas virtudes no compensen la balanza de los inviernos oscuros o la gran dificultad de trabar amistad con los nativos. Muchas de estas “zonas oscuras” están descritas en el libro “Gente casi perfecta”, de Michael Booth, si bien, como él mismo dice en sus entrevistas, su intención no es la de menospreciar a los países escandinavos, sino simplementente mostrar que, aunque posiblemente sean las naciones que más se acercan a ello, no son perfectos.

El “Hygge”

Seguramente, este sea el elemento de la cultura danesa con el que más nos han bombardeado últimamente. Haz una rápida búsqueda en google y verás que todos los periódicos, así como revistas y publicaciones de todo tipo, se han hecho eco de esta palabra danesa, en muchos casos, tratando de vendérnosla como el secreto de la felicidad escandinava. De hecho, existen al menos cinco libros en castellano sobre este concepto.

Como friki de los idiomas que soy, esta fue una de las primeras palabras que me llamaron la atención al mudarme a este país. Tanto en su forma de verbo (hygge) como la de adjetivo (hyggeligt), era una de las primeras palabras con las que empecé a familiarizarme, ya que su uso es tan continuado que casi parece una muletilla

      • ¿Me recomiendas un restaurante?
      • Sí, ve a este que es muy hyggeligt.

 

      • ¿Te vienes a tomarte algo después del trabajo?
      • Que va, me voy a casa a tener un poco de hygge con la familia.

 

      • Enciende unas velitas, que es muy hyggeligt.

 

      • Me voy de vacaciones con mi hermana a Praga.
      • ¡Ah, qué hyggeligt!

 

Pero, ¿qué significa exactamente este término? Si le preguntas a un danés, seguramente se quedará mirando al horizonte durante unos segundos para, finalmente, contestarte con un tono entre emocionado y sorprendido: ¡Es una palabra intraducible!

Cada vez que alguien me dice algo así, muero un poco por dentro. En mi opinión, el hecho de que en un idioma hagan falta varias palabras para describir lo que en otra lengua puede decirse con una, no implica en absoluto que una palabra sea intraducible. Pero bueno, esa es otra discusión.

Hygge es pasar un rato acogedor o agradable y, por lo tanto, las cosas o situaciones hyggeligt son las que ayudan a generar este ambiente. ¿Qué cosas son hyggeligt? Aquí tienes algunos ejemplos:

      • Cenar algo rico en casa con amigos
      • Velas
      • Mantita y peli o mantita y libro cuando fuera hace frío y llueve o nieva (aplicable durante unos 330 días al año en Dinamarca)
      • Llevar ropa cómoda y calentita
      • Más velas
      • Un restaurante con salas pequeñas, luz tenue y buena comida.
      • Té, café, chocolate caliente o, si el momento es propicio, una copa de vino o una buena cerveza
      • Chimenea (con este elemento se te otorga el cinturón negro de Hygge)
      • ¿Te has acordado de poner velas?

 

Llegados a este punto, es posible que no lo estés flipando mucho. Efectivamente, quien más, quien menos, todos podemos identificar estos elementos y situaciones como positivos y, posiblemente, todos incluyamos algunas de estas cosas en nuestros ratos de ocio de forma inconsciente. Entonces, ¿cuál es la diferencia?

El argumento principal que, desde mi punto de vista y experiencia en este país, se ignora en muchos artículos en los que se habla de esta idea, no radica tanto en qué es o deja de ser acogedor, sino en la voluntad y la actitud proactiva para generar espacios “hyggeligt”. Podríamos decir que, en otras culturas, como es el caso de la española, el “hygge” sucede, mientras que en Dinamarca, el “hygge” se crea. Los daneses decoran sus casas siempre teniendo en cuenta que existan espacios para el hygge, valoran las cafeterías y los restaurantes en función de su hygge-bilidad y halagan a sus anfitriones por su capacidad a la hora de hacer que la cena fuera hyggeligt.

En definitiva, la esencia esta llamada “filosofía de vida” danesa, no subyace simplemente en disfrutar de las pequeñas cosas, sino en hacer posible que estas tengan espacio en nuestras vidas de forma frecuente.

Gastronomía

La gastronomía tradicional de Dinamarca, al igual que sucede en muchos de sus países vecinos, se basa en el cerdo, el pescado (aunque mucho menos de lo que se podría esperar, considerando que es un país rodeado de mar) y los tubérculos, especialmente la patata. Sin embargo, a pesar de la simplicidad de estos platos, no podemos pensar que la cocina danesa en la actualidad sigue siendo así de básica o poco variada.

Boller i karry (albóndigas en salsa de curry). Un clásico de la gastronomía danesa de estar por casa.

A los daneses les gusta comer bien y, cada vez más, comer sano. Por un lado, como parte de la nueva cocina nórdica, la gastronomía danesa ha evolucionado tratando de recuperar recetas clásicas y adaptarlas al presente, al igual que incide en el consumo local, en el uso de alimentos de temporada, la disminución del consumo cárnico y la preferencia por productos ecológicos, entre otras directrices. Estos principios han llevado a la dieta nórdica a colocarse al nivel de la dieta mediterránea como una de las formas de alimentación más saludables.

El buque insignia de este movimiento es, sin duda alguna, el restaurante NOMA de Copenhague, fundado por Claus Meyer, uno de los principales adalides de la nueva cocina nórdica, y el chef René Redzepi. Este restaurante ha sido nombrado el mejor del mundo por la revista Restaurant Magazine en cuatro ocasiones y nunca ha estado fuera del top 5 desde 2009. Actualmente, NOMA ha cerrado sus puertas en Copenhague y trabaja como restaurante itinerante en distintas ciudades del mundo.

Sin embargo, aunque hay que reconocer el valor de este negocio a la hora de poner a Dinamarca y, más específicamente, a Copenhague en el panorama gastronómico internacional, es evidente que esta no es una alternativa accesible a todos los bolsillos.

Fuera de las puertas de este restaurante, y esto no está documentado en artículos periodísticos o estudios, sino basado en mi propia experiencia, la alimentación danesa se encuentra bastante polarizada. Mientras que en los grandes núcleos urbanos la alimentación es más variada y no solo se nutre de los mandamientos de la nueva cocina nórdica, sino que además absorbe influencias de otras culturas gastronomías (tanto en los restaurantes como en los hogares), la Dinamarca rural todavía se aferra a su recetario más clásico, si bien los más jóvenes comienzan a modificar esta tendencia acercándose a la preponderante en las ciudades.

La bandera

Aunque parezca extraño, uno de los factores culturales más interesantes de Dinamarca es su bandera o, más bien, el uso de la misma.

A diferencia de lo que ocurre en muchos países, la bandera danesa (también llamada Dannebrog), que es la más antigua del mundo, es un símbolo del que no se ha apropiado ninguna ideología política y que todos los daneses consideran orgullosamente como suyo.

Bandera de Dinamarca y ejemplo del tiempo que hace normalmente. Dos por uno.

Lo curioso es que, aparte de verla ondeando en las fachadas de las instituciones públicas y en los jardines de algunas casas, especialmente en las zonas rurales, podremos encontrar la bandera danesa en otros contextos como símbolo de celebración. Por lo general, en los aeropuertos siempre encontraremos a familias dándole la bienvenida a sus seres queridos agitando banderas de plástico y, del mismo modo, las banderas danesas nos servirán para identificar las casas en las que se celebra un cumpleaños. Por si esto fuera poco, en estas fiestas es muy posible que cuelguen banderas del techo y las paredes y que las servilletas tengan también este diseño.

Imagina esta situación con banderas españolas y entrarás en estado de shock.

Bicicletas

Una de las imágenes que todo turista se lleva de Dinamarca (especialmente, considerando que la mayoría de los que visitan este país pasan la mayor parte de su estancia en Copenhague) es la del intenso tráfico que hay en los numerosos carriles-bici de este país. De hecho, junto con ir a Legoland e ir a ver la estatua de La Sirenita, dar un paseo en bici  está en el top 3 de actividades a realizar para quienes visitan este país. Al fin y al cabo, mires donde mires a tu alrededor, hay gente en bicicleta, no importa si estás en la capital, en una ciudad o en las zonas más rurales.

La bicicleta es una parte de la cultura de los daneses, casi tan importante como los puestos de perritos calientes callejeros, tomar vino caliente con especias en invierno o poner velas por toda la casa (¿he mencionado esto ya?), y algo de lo que se sienten especialmente orgullosos, ya que es un transporte ecológico y que colabora a llevar una vida sana.

El uso de este vehículo no es una moda ni algo que se haya instaurado recientemente. Los daneses llevan utilizando la bicicleta como principal método de transporte en los núcleos urbanos desde hace prácticamente un siglo. Una clara prueba de esto son las fotografías y los vídeos de los años 30 en las que se observan auténticas mareas de ciclistas invadiendo el centro de Copenhague, especialmente en hora punta. Ya en esta época, se calculaba que había una bicicleta por cada 3 habitantes en Copenhague, y actualmente, se estima que nueve de cada diez daneses poseen una bicicleta. Además, en las ciudades más grandes del país, las cifras de personas que utilizan la bicicleta para ir a trabajar superan el 40%.

Evidentemente, estos números no se mantienen únicamente por la “tradición”. En primer lugar, Dinamarca es un país extremadamente llano cuyo pico más alto apenas llega a los 170 metros de altitud, si bien es cierto que la falta de cuestas se compensa bastante a menudo con el viento para ponérselo difícil a los ciclistas. Además, en este país tan pequeño existen 12.000 kilómetros de carriles bici y senderos habilitados específicamente para este medio de transporte. Esto es algo que resulta llamativo, no solamente en los núcleos urbanos, donde la mayoría de calles principales disponen de una vía para ciclistas entre la acera y la carretera, sino también en las zonas rurales, ya que no resulta para nada extraño encontrar carriles bici adyacentes a las carreteras comarcales que unen los pueblos, de modo que resulta muy sencillo hacer trayectos cortos con un riesgo mínimo de accidentes. Y, por si esto fuera poco, las bicicletas están perfectamente integradas en el tráfico a través de semáforos que afectan de forma exclusiva a los usuarios de estos vehículos.

Recuerda esto tanto si montas en bici durante tu estancia como si conduces un coche ya que, especialmente en este último caso, puede resultar complicado acordarse de la presencia de este carril extra en las calles y carreteras.

Ejemplo de una Christiania bike (lo sé, la foto es de Los Ángeles, pero me encanta ese perro)

Como no podía ser menos, este número tan elevado de bicicletas ha estimulado la variedad de modelos, tanto en lo que se refiere a lo estético como a lo práctico. Principalmente, los diseños que pueden resultar más curiosos para los profanos que no tienen mucho interés o mucho conocimiento en cuanto a bicis son los de las llamadas Christiania-Bikes, que poseen un cajón frontal en el que llevar la compra, a los niños, al perro o, en algunos casos, todo a la vez, así como los distintos tipos de remolque para bicicletas, también ideados para llevar a niños pequeños o bolsas de equipaje.

Vivir en Dinamarca

Seguramente, aparte de algunos de los puntos mencionados anteriormente, te habrán llegado otras noticias a través de los medios de comunicación o las redes sociales sobre Dinamarca. Ya sean las generosas bajas por maternidad, la gratuidad de los estudios universitarios o su elevado sistema impositivo, Dinamarca y sus vecinos escandinavos han aumentado exponencialmente su cuota de pantalla en los últimos años.

Sin embargo, por mucho que para un buen número de políticos estos países sean el ejemplo a seguir (o al menos eso dicen) es recomendable tener las cosas muy claras antes de liarse la manta a la cabeza y trasladarse ya que, aunque sobre el papel (especialmente de los periódicos) todo pinte muy bonito, si no se planea con cuidado, esto puede salir mal. Por eso, si estás planeando marcharte de España para estudiar o en busca de trabajo y Dinamarca es uno de los destinos que barajas, te recomendamos que leas con detenimiento los siguientes puntos para que tu decisión esté bien fundamentada y evites, al menos, los problemas que se pueden prevenir.

Estudiar en Dinamarca

A pesar del reducido tamaño de este país, Dinamarca ha conseguido colocar algunas de sus universidades en puestos de privilegio de los listados de las mejores universidades a nivel internacional. Como suele suceder en estos casos, en función de qué lista utilicemos como referencia, los resultados variarán, ya que los parámetros que se utilizan para evaluarlas también cambian. En cualquier caso, optemos por la fuente que optemos, las principales universidades danesas obtienen posiciones nada desdeñables, más si cabe si las comparamos con las obtenidas por las mejores universidades españolas.

Si esto lo combinamos con el hecho de que la matrícula es gratuita y que existen vías para obtener cierto apoyo económico por parte del gobierno, para cubrir nuestros gastos mientras completamos nuestra educación, Dinamarca se convierte en un destino excepcionalmente atractivo para muchos.

Universidades

Las sedes principales de las universidades danesas se ubican en las mayores ciudades del país (Copenhague, Aarhus, Odense y Aalborg) o en sus inmediaciones, si bien existen algunas especialidades de grado y máster que se desarrollan en núcleos más pequeños.

Evidentemente, no todas las carreras universitarias se imparten en inglés, si bien el número de opciones es bastante elevado, sobre todo a nivel de máster, así hay muchas posibilidades de que encuentres algo que pueda ser relevante para completar tus estudios evitando la barrera del idioma.

Apoyo económico

Los estudiantes daneses reciben un apoyo económico mensual del gobierno llamado frecuentemente por sus iniciales SU (Statens Uddannelsesstøtte). Esta cantidad ronda los 800 euros mensuales y, según las directrices europeas, los estudiantes de la Unión Europea también tienen acceso a esta beca o subvención. En este caso, existen diversos condicionantes que pueden influir en la decisión del gobierno a la hora de otorgar dicha asignación económica. Por un lado, existe la opción de solicitar obtener el mismo estatus que un ciudadano danés, algo a lo que se puede optar en diversas circunstancias, como por ejemplo si se ha vivido en el país durante al menos 5 años, se está casado/a con un ciudadano danés o si se ha trabajado en el país durante al menos dos años, entre otras. Del mismo modo, se aplica también una directriz europea para aquellos que no cumplan los requisitos anteriores, según la cual es indispensable tener un empleo remunerado de al menos 10-12 horas semanales. Es necesario a su vez haber estado contratado durante al menos 10 semanas antes de poder acceder a esta “subvención” y, del mismo modo, es necesario mantener este empleo u otro de similares características en todo momento para seguir recibiéndola. En cualquier caso, esta es una descripción a grandes rasgos y cada caso puede atender a distintas condiciones, por lo que recomendamos leer la información disponible en la página web del Ministerio de Educación de Dinamarca.

Trabajar en Dinamarca

Ya sea por la situación económica de nuestro país, la necesidad de retos mayores o el deseo de vivir la aventura de establecerse en otro país, cada vez somos más los que tratamos de asentar nuestra carrera laboral fuera de las fronteras de España. Este proceso, aunque parezca algo de Perogrullo tener que decirlo, no es tan sencillo como buscar un país donde las cosas van bien o hacer girar un mapamundi y plantar el dedo donde la casualidad nos dicte, para así elegir nuestro próximo destino. Antes de liarnos la manta a la cabeza y lanzarnos a la aventura, es importante tener muchas cosas en cuenta para asegurarnos de que estamos dispuestos a convivir con las cosas negativas que este nuevo lugar de residencia nos puede poner en el camino. Evidentemente, muchas cosas buenas y malas pueden cruzarse en nuestras vidas y no podemos tener un plan para cada circunstancia, pero si eres de los que prefieren no dejarlo todo al azar y tener que improvisar sobre la marcha, sigue leyendo y encontrarás más información sobre lo que te espera en Dinamarca si decides probar suerte aquí.

El mercado laboral

La economía danesa se sustenta en su inmensa mayoría en el sector servicios, ya que este emplea al 80% de los trabajadores. La agricultura y la pesca, que hace no tantos años eran el motor que impulsaba este país, son en la actualidad los sectores más pequeños y en general el sector primario apenas representa un 3% de su fuerza laboral.

Por otro lado, tras un periodo algo inestable debido a la crisis mundial, Dinamarca se ha recuperado y ha situado su tasa de paro en unas cifras cercanas al pleno empleo (a fecha de la publicación del artículo, esta se sitúa en el 5.7%). De hecho, muchos economistas consideran que esto puede representar un problema para Dinamarca en un futuro cercano, ya que la falta de mano de obra cualificada frenaría el crecimiento. Por este motivo, se espera que surjan muchos puestos de trabajo que tendrán que ser cubiertos por ciudadanos de otros países.

Además, en sectores como la sanidad y algunas ramas de la ingeniería, ya existe una gran demanda, si bien esto no implica que no existan opciones en otros campos. En cualquier caso, es muy recomendable analizar bien las posibilidades de tu perfil profesional en este país antes de dar el salto para no llevarte una sorpresa desagradable.

En cuanto al trabajo, hay algunos factores importantes a tener en cuenta. El primero y principal es que en Dinamarca no existe un salario mínimo estipulado por ley. Esto es algo en lo que el gobierno no interfiere y que el mercado, por así decirlo, gestiona por sí mismo. Sin embargo, se calcula que el salario mínimo de facto ronda las 103-105 coronas danesas por hora. Además, los impuestos son bastante altos y puedes esperar que se te deduzca entre un 35% y un 42% (incluso más si tu sueldo es muy alto).

Por su parte, aunque esto puede variar en función del contrato laboral que se tenga, la jornada laboral acostumbra a ser de unas 37 horas semanales para los trabajos a jornada completa. Por lo general, en muchos trabajos de oficina, estas horas se pueden gestionar con cierta flexibilidad, lo que significa que no es necesario estar todos los días de 9 a 17 en la oficina, sino que se puede trabajar más un día y salir antes o llegar más tarde otro.

En cuanto a las vacaciones, a cada trabajador le corresponden por ley 25 días de vacaciones al año, si bien esta cifra puede aumentar si se llega a un acuerdo con el empleador. Sin embargo, conviene tener en cuenta que, por lo general, estos 25 días de vacaciones pagadas se acumulan mientras se trabaja, por lo que durante nuestro primer contrato laboral no tendremos derecho a ello, ya que estaremos acumulando estos días para el año siguiente (por supuesto, algunas empresas ofrecen compensaciones en este sentido). Esto no implica que no tengamos derecho a vacaciones, pero sí que los días que tomemos de descanso no los cobraremos. Por suerte, esta ley cambiará a partir de 2020, cuando podremos empezar a utilizar nuestros días de vacaciones conforme los vayamos ahorrando.

Si buscas trabajo, Jobindex es un buen portal para empezar, mientras que en WorkInDenmark puedes encontrar mucha información relevante. En caso de que tengas claro el tipo de empresa en el que quieres trabajar, siempre es bueno inscribirte a su “Newsletter” y estar atento a posibles nuevas ofertas de trabajo. Del mismo modo, tener un perfil actualizado en Linkedin, a ser posible al menos en inglés, puede ser muy útil, sobre todo para extender tus contactos.

Este último punto es especialmente importante. Tener una buena red de contactos y conocidos en Dinamarca es crucial a la hora de encontrar un trabajo. En muchos casos, las ofertas de empleo no llegan a hacerse públicas si anteriormente se encuentra a un buen candidato a través de los empleados de la empresa, así que hacer amigos y conocer gente no solamente mejorará tu vida social sino que, además, puede marcar la diferencia a la hora de medrar en el mercado laboral.

Cuando solicites un trabajo, no dudes en contactar a la empresa, ya sea por correo electrónico o por teléfono para saber un poco más sobre la oferta o para solucionar algunas dudas. Es una buena manera de hacerte notar y que se queden con tu nombre. En muchos casos, durante la primera fase de un proceso de selección se reciben decenas de currículos y estos pequeños detalles pueden hacerte pasar a la siguiente ronda.

Trabajar duro en tu carta de motivación también es muy importante y prácticamente un arte que tenemos que aprender y dominar para ganar puntos ante posibles futuros empleadores. En este campo y, aunque podríamos dedicar un artículo entero a ello, una buena idea es centrarte más en el futuro que en el pasado, es decir, no hablar tanto de lo que has hecho en tus anteriores empleos (para eso ya tienen tu currículum) sino centrarte en lo que puedes aportar a la empresa y lo que te hace una buena elección. Para esto, las empresas tendrán en cuenta tanto tu perfil profesional como personal, así que no dudes en mencionar algunos de tus rasgos sociales, tus aficiones o tus motivaciones. Si al hacer esto consigues cubrir todos los “Requisitos” que el empleador ha incluido en la oferta de empleo, habrás hecho un buen trabajo.

El idioma

Aunque en los países del norte de Europa se tenga un nivel bastante bueno de inglés, esto no implica que si hablas este idioma lo tengas todo solucionado en el apartado lingüístico. Durante los primeros meses de tu estancia puedes contar con la certeza de que sobrevivirás sin problema alguno siempre y cuando tengas un nivel decente de ingés, pero si quieres que tu vida personal y profesional evolucione, no puedes estancarte en esa situación.

Hablar inglés es prácticamente un requisito indispensable para encontrar trabajo (dando por hecho que, aparte de casos excepcionales, no se tengan conocimientos de danés antes de llegar), si bien en algunos casos no será suficiente. En la pequeña y mediana empresa, el danés será muy relevante para poder desarrollar tu trabajo, al igual que en muchos empleos de cara al público. Del mismo modo, a no ser que el número de extranjeros represente una gran mayoría dentro de la plantilla de empleados de tu empresa, aprender el idioma también será clave a la hora de socializar con tus compañeros.

Por suerte, una vez estés dado de alta en como residente en Dinamarca, tendrás acceso a cursos gratuitos de danés durante un período de tres años.

Si bien es cierto que la mayoría no lo considera un idioma bonito ni excesivamente fácil, realizar el esfuerzo de dedicar unas horas de tu tiempo después del trabajo cada semana a asistir a clase y terminar tus deberes tendrá su recompensa. Por un lado, hablar danés te abrirá nuevas puertas en el mercado laboral, no solo por aquellos trabajos en los que es necesario manejar el idioma, sino también porque mostrarás interés y compromiso a la hora de integrarte en este país; por otro, tu vida social no se reducirá únicamente a los grupos de “expats” internacionales, y tus posibilidades de trabar amistad con daneses aumentarán.

Costo de vida y vivienda

El coste de la vida en Dinamarca es más alto que en España, y esto es algo muy a tener en cuenta, sobre todo si en un principio pretendes vivir de tus ahorros. Una vez comiences a ganar un sueldo danés, comprobarás que tu poder adquisitivo es, como mínimo, similar al que tenías en España, aunque posiblemente sea mayor.

Posiblemente, el elemento que condicionará en mayor o menor medida lo cara que será tu vida en Dinamarca sea la vivienda. Al igual que sucede en el resto de países, esta será más cara en el centro de las grandes ciudades, y su precio se abaratará al alejarnos. Sin embargo, en muchas zonas del país el problema no es tanto el alto precio de los alquileres, sino lo complicado que es encontrar un piso al que mudarse. Especialmente en Copenhague, esto es una tarea titánica. Tanto si estás dispuesto a compartir piso como si quieres vivir por tu cuenta, encontrar alojamiento requiere mucho tiempo y esfuerzo. Cada anuncio que oferta un piso o una habitación recibe decenas o incluso cientos de respuestas y la competencia es feroz.

Es una buena idea crear una alarma en las distintas páginas de alquiler de piso para recibir actualizaciones cada vez que se publique un nuevo anuncio y contactar al anunciante lo antes posible. Ser uno de los primeros puede ser lo que marque la diferencia.

Si no tienes solucionado este problema antes de venir, posiblemente tendrás que recurrir a un hostel, couchsurfing o similares. Del mismo modo, es bastante frecuente, sobre todo si compartes piso, mudarte varias veces durante tus primeros meses en Dinamarca hasta que encuentres un piso en el que puedas quedarte a más largo plazo, así que hazte a la idea de la vida de caracol durante un tiempo por si acaso.

Si estás dispuesto a vivir lejos del centro de las ciudades, sobre todo fuera de Selandia, la isla en que se encuentra Copenhague, este proceso será bastante más sencillo, y si tu estancia está relacionada con alguna institución universitaria, es posible que te ayuden a encontrar alojamiento en alguna de las residencias de las que disponen.

Políticas sociales

Como hemos visto anteriormente, una parte considerable de nuestro salario (y del dinero que gastemos en comprar) se irá en impuestos. Afortunadamente, en Dinamarca tendrás la sensación palpable de que estos impuestos se están invirtiendo en el bienestar de la población de forma efectiva.

La educación es totalmente gratuita y abarca desde la guardería hasta la enseñanza universitaria. Además, a partir de los 18 años los estudiantes pueden recibir una ayuda económica por parte del gobierno.

El sistema danés ofrece diversas alternativas para la conciliación laboral y familiar

La sanidad también es gratuita y, si bien para algunos españoles residentes en el país no es tan buena como la que recibimos en España, suele salir bien parada en los rankings internacionales realizados por la Organización Mundial de la Salud y otras organizaciones. (En este punto merece la pena mencionar que, como turista o sin CPR, estaremos cubiertos con nuestra tarjeta sanitaria europea, mientras que como residentes será nuestra tarjeta amarilla de la seguridad social danesa la que nos permitirá movernos por el sistema sanitario).

Si tienes hijos o planeas tenerlos pronto, quizá te interesa saber que las bajas por maternidad y paternidad en Dinamarca son de las mejores que puedes encontrar. Como madre, podrás disfrutar de un permiso de maternidad que incluye el último mes de embarazo y las 14 semanas posteriores al parto. A esto hay que añadirle un periodo de 32 semanas que pueden repartirse entre el padre y la madre. En este reparto por lo general influyen las condiciones del contrato de cada uno de los progenitores, ya que el número de semanas en las que se puede tener la baja por maternidad cobrando el 100% del sueldo varía de una empresa a otra.

Como pareja de la mujer embarazada o padre adoptivo, se aplican las semanas de baja compartida más dos semanas posteriores al parto.

También es destacable el hecho de que, hasta la mayoría de edad de cada hijo, se recibe un apoyo económico por parte del estado que varía en función de la edad del hijo y de los ingresos de los padres (en cualquier caso, si quieres saber más sobre la maternidad en Dinamarca, échale un vistazo al blog de Mami en Dinamarca, donde Teresa relata su propia experiencia en este tema).

Sin embargo, hay cosas para las que no estarás cubierto por los organismos públicos. Por ejemplo, tu pensión por desempleo no depende del estado, sino de organizaciones llamadas A-Kasse que se ocupan de la gestión del dinero pagado por los trabajadores y con el que se abonan, entre otras cosas, el paro o las jubilaciones anticipadas. Sin embargo, esto es algo de lo que tú tendrás que ocuparte a título individual inscribiéndote en una de estas organizaciones ya que, de lo contrario, no tendrás derecho a pensión de desempleo.

Del mismo modo, el sistema de pensiones de jubilación es mixto, por lo que el estado te aportará una pequeña cantidad que tendrás que complementar con un fondo de pensiones privado, si bien en muchos casos esto suele ir incluido en nuestro contrato laboral.

Los daneses

Como residente de larga duración en Dinamarca, una de las cosas que más me llaman la atención de mi experiencia en este país es la dicotomía entre la impresión que acostumbran a llevarse los turistas de los daneses frente a la que tienen los extranjeros que se han establecido aquí. Por lo general (y no puedo insistir lo suficiente en que esta parte está basada en mi experiencia y en la de mi círculo de amistades más cercano y, por lo tanto, está plagada de generalizaciones), los que vienen a este país a pasar unos días se van encantados con los daneses. Educados, simpáticos, afables e incluso abiertos son algunos de los calificativos que más repiten los turistas al referirse a los nativos con los que se cruzaron. Mientras tanto, muchos de los que residimos aquí nos encontramos con un muro que resulta muy difícil franquear. No es sencillo integrarse en la sociedad danesa y socializar tal y como estamos acostumbrados en nuestro país de origen, a no ser que nos centremos principalmente en trabar amistad con otros “expats” que se encuentran en nuestra misma situación. Sin ir más lejos, Dinamarca es, de acuerdo con un informe realizado por el Fondo Económico Mundial, el país de Europa occidental en el que los extranjeros se sienten menos bienvenidos. Mucho podríamos debatir sobre qué motiva este sentimiento, pero resulta muy complicado establecer un patrón que defina qué tienen en común los países con una baja puntuación en este informe.

En cualquier caso, los daneses acostumbran a preferir un grupo reducido de buenas amistades e invierten poco tiempo en mantener relaciones de simples conocidos, pero lo que se suele decir es que, una vez te haces amigo de un danés, la amistad es para siempre, así que cuando sientas la frustración, piensa simplemente que cuando recojas los frutos de tu esfuerzo, estos serán duraderos.

Aprender danés (no me cansaré de decirlo) te será de gran ayuda para tratar de superar estas barreras, así como tratar de ser proactivo sin esperar mucho de los demás. Puede que necesites bastante tiempo, pero es una carrera de fondo y requiere de bastante esfuerzo. Algo que en mi experiencia personal y en la de amistades cercanas ha surtido un efecto bastante positivo es unirse a actividades o clubes de gente que comparta alguna afición, especialmente si esta requiere de una interacción directa entre los miembros.

En mi caso, cada vez que me he trasladado a un nuevo país, he tratado de socializar solamente con “nativos”. En el caso de Dinamarca, es recomendable no llevar esta norma a rajatabla y buscar apoyo en otros extranjeros que se encuentran en tu misma situación.

La voz de la experiencia

Evidentemente, al trasladarte a un nuevo país te enfrentarás a muchos retos causados por tu desconocimiento de los hábitos o las reglas del mismo. Para resolver todas las dudas que podrían surgir en tu camino necesitaríamos un artículo muchísimo más largo de lo que este ya es y, aún así, es posible que el contenido quedara desfasado rápidamente. Por ese motivo,  nuestro consejo es que acudas a los que más saben de esto gracias a su experiencia.

En Facebook encontrarás diversos grupos de españoles, hispano-parlantes o expats de diversas nacionalidades que residen en Dinamarca o en ciudades específicas de este país. En ellos podrás encontrar muchísima información utilizando la herramienta de búsqueda (piensa que posiblemente algunas de las consultas más básicas ya las haya realizado otro) o preguntar directamente al resto de los miembros del grupo.

En cualquier caso, espero que este artículo haya satisfecho tu curiosidad sobre Dinamarca e, incluso, te pueda haber resuelto algunas dudas si te estás planteando venir a este país. Y, en caso de que sea Aarhus la ciudad a la que te diriges, échale un vistazo a nuestro guía sobre esta fantástica ciudad.

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Jesús
Escrito el